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Homeopatía

Operaciones de sutura visual y espacial en el Convento de la Concepción Francisca, Toledo
Alba Ramírez, Paula Sánchez y Miguel Rabán

El casco antiguo de Toledo es una amalgama compleja en la que los tiempos se entremezclan y se superponen, como reflejo de la importancia histórica y de la riqueza de una ciudad que, por su carácter estratégico, hubo de ser escenario de múltiples aconteceres que se retratan en sus calles y muros, e incluso en sus estratos más profundos.

La herencia romana, visigótica, musulmana, mudéjar y judía que atesora le dotan de una atmósfera singular, de adarves intrincados, lienzos de muralla, mezquitas, sinagogas y de otros tantos vestigios acordes a un lugar en donde el tiempo se condensa. Tras la reconquista cristiana, la ciudad se convierte en centro de poder eclesiástico, albergando la diócesis primada, lo que alentó a un gran número de órdenes religiosas a desplazarse al amparo de tan importante organización. Este hecho se manifiesta en un tejido urbano como el de Toledo, atestado de conventos y monasterios, de huertos y patios.
Uno de tantos es el convento de clausura de la Concepción Francisca, que en su momento perteneció a la orden franciscana y que fue cedido posteriormente a las monjas concepcionistas. Situado en el borde noreste del casco toledano, es un paradigma de la problemática con la que se encuentra la urbe en la actualidad: multitud de edificios religiosos total o parcialmente abandonados, ocupando una gran cantidad de superficie, y siendo muchos de ellos totalmente herméticos y cerrados a la ciudad. En este caso concreto, se suma además la ya de por sí compleja conectividad urbana y la pronunciada topografía que caracteriza a esta y otras áreas limítrofes de la ciudad. Y, evidentemente, la difícil inserción en el mundo exterior que puede tener un fragmento urbano habitado por personas necesitadas de privacidad y aislamiento.

La estrategia de intervención que se plantea es reposada e incompleta, y simplemente trata de hacer frente a los problemas acumulados en la parte testera del convento, de menor interés arquitectónico, construido en la posguerra como colegio y en la actualidad casi totalmente deshabitado. En este sentido, se desarrolla un soporte configurado por cinco franjas (conexión-acceso-patio-bancal-huerto) que, a modo de puntos de sutura, tratan de resolver los conflictos visuales y espaciales que se presentan en este sector del complejo, y facilitan la incorporación de nuevas ocupaciones y programas en el futuro si así se consideran.

La secuencia planteada favorece la continuidad ambiental, focalizando ámbitos que se interconectan y se abren a un paisaje que va declinándose progresivamente hasta toparse con el río Tajo y el puente de Alcántara. De igual modo se atiende a la continuidad temporal, se rellena un estrato más, se tiende una mano para que otro tiempo se pueda amoldar al actual.
Paweł Pawlikowski, Ida.