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Der Bau

La obra, Franz Kafka. [La Muralla China, ed. Emecé, Buenos Aires (3/1965), págs. 155-191]
Levantamiento y análisis del escenario de la narración.
En Der Bau, Kafka nos muestra un mundo laberíntico interior, secreto, oculto, anverso a la realidad visible, desde una perspectiva opuesta a la que Platón nos refleja a través de la alegoría de la caverna: frente a un mundo exterior amenazante e inseguro, el negativo excavado se conforma como fortaleza y refugio.

En distintos fragmentos a lo largo de la narración se desvela este posicionamiento de forma marcada: "La comparación entre la seguridad de mi obra y la otra vida." (p. 167); "Confiar en alguien desde el interior de la construcción, es decir, desde otro mundo, eso lo creo imposible. [...] Sólo puedo confiar en mí y en la construcción." (p. 169); "Es un mundo nuevo, que proporciona nuevas energías, lo que arriba sería cansancio aquí no lo es." (p.172); "Que arriba se hacine el pueblo si quiere." (p. 174).

Como refuerzo a este propósito, permanece latente de forma constante la idea de perfección, el anhelo utópico de un paisaje artificial que se pretende mejorar, mantener y que admite nuevas posibilidades: "Comienzo nuevamente a soñar con mi proyecto de construcción perfecta; [...] contemplo [...] las múltiples soluciones constructivas, [...] destinadas a permitirme entrar y salir."

El constructor, una criatura semejable a un topo, urde un complejo entramado subterráneo más propio de las hormigas. Alusiones a rasgos anatómicos como garras, barbas o frente, o a las acciones de arañar, morder o apisonar parecen hacer intuir esta naturaleza animal.

Se construye, asimismo, una progresiva identificación entre el constructor y lo construido, una fusión que sobrepasa lo físico y que podría extrapolarse a la asociación del propio escritor con su obra:  "Es como si no estuviera delante de mi casa, sino delante de mí mismo." (p. 164); "La delicadeza de la obra me ha hecho delicado a mí, sus lesiones me duelen como si fueran mías." (p. 186). En cierta medida, la obra se introduce en el ser como una parte más de su cuerpo o de su alma.

En este sentido, la criatura alude a una idea de mutua pertenencia, de forma casi insistente:  "Yo y la obra estamos tan unidos, nos pertenecemos recíprocamente." (p. 170); "Vosotras (galerías y plazas) me pertenecéis, yo os pertenezco, estamos ligados [...]." (p. 174). Se habla de una obra hecha a medida, sólo posible para él: "La obra [...] la he hecho para mí, no para visitantes" (p. 168); "Estas galerías que han sido calculadas exactamente para mí." (p. 170).

A esta idea se superpone la del aislamiento, la creación como instrumento defensivo, de protección, de refugio: "Vivo en paz en lo más profundo de mi casa." (p. 156); "Sé con certeza que éste es mi castillo, que he conquistado a la tierra, palmo a palmo, arañando y mordiendo, apisonando y empujando." (p. 170).

I. LO VISIBLE. EL ENTORNO.
Secciones paralelas al plano del suelo.
La obra apenas se manifiesta en el mundo exterior. Únicamente deja una serie de pequeñas huellas principalmente como consecuencia de necesidades funcionales ineludibles, pero queda en clara evidencia la idea de máxima ocultación, de camuflaje, como primer mecanismo de protección.

Lo más fácilmente detectable desde fuera sería "Un gran agujero; éste en realidad no conduce a ninguna parte y ya a los pocos pasos se tropieza con la roca. Es más bien el sobrante de uno de los numerosos y vanos intentos constructivos, pero finalmente me pareció ventajoso dejar este agujero sin rellenar." (p.155). Por tanto, hablamos de una perforación llevada a cabo a escasos metros de un roquedal, un lugar probablemente exento de vegetación. El narrador proporciona unas cuantas directrices más que nos informan acerca de la escala y condiciones del lugar: "A unos mil pasos de este agujero se halla, cubierto por un manto de musgo suelto, el verdadero acceso, tan bien asegurado como se puede estarlo en el mundo; naturalmente, alguien podría pisar el musgo o embestirlo; entonces mi obra quedaría al aire y quien tuviera ganas podría penetrar y destruir todo para siempre." (p. 155); "Me comunican con el exterior otros muy estrechos, bastante seguros, por los que me llega aire respirable. Han sido construidos por ratones que he sabido atraer a mi obra." (p. 157).
Podrían desvelarse algunas otras señales de carácter accidental: "Cavo, a bastante distancia de la verdadera entrada, naturalmente, una zanja de prueba, no más larga que yo mismo y también cubierta con un manto de musgo." (p. 166).

También se proporciona cierta información con respecto al entorno que podría rodear el acceso a la obra: "El aire del bosque penetra, hay a un tiempo abrigo y frescura." (p. 158); "Luego estoy bajo la capa de musgo, que muchas veces dejo el tiempo necesario para que se suelde con el humus del bosque." (p. 163); "A pesar del cuidado que he puesto en elegir para la entrada un lugar apartado, el tránsito que se produce [...] es muy grande." (p. 165); "Me arrojo en un matorral espinoso." (p. 167).

En conclusión, podría entenderse que los únicos artificios que se ponen de manifiesto en la zona son el gran agujero no practicable situado a unos 850-900 metros del verdadero acceso, de tamaño más reducido y ocultado por una capa de musgo, así como pequeñas perforaciones circundantes como consecuencia de las chimeneas de aire necesarias para ventilar toda la obra oculta. Incluso, en algunos puntos relativamente próximos, podrían apreciarse algunas zanjas e incisiones producto de las probaturas del propietario cuando sale al exterior.

En cuanto a la localización probable del acceso, estaría situado en el interior de un bosque, rodeado igualmente de arbustos y vegetación de pequeño porte, pero en una zona limítrofe  de transición a otra más escarpada y rocosa, como así indica su ubicación apartada y el hecho de que el gran agujero próximo se sitúe a una escasa distancia de suelos pétreos.

II. LA OBRA. DEL UMBRAL A LAS PROFUNDIDADES.

II.I El acceso y el laberinto.
Plan general. Sección longitudinal normal al plano del suelo.
El acceso al interior se produce, por lo dicho anteriormente, por una sola vía a través de un pequeño orificio cubierto por una capa de musgo, que actúa como válvula de entrada y umbral entre los dos mundos (y, por tanto, es el lugar de la obra que más contacto entabla con el exterior); "Me tienta aplicar el oído a la capa de musgo. [...] Avanzo hasta arriba y escucho." (p. 184). Se trata del punto más vulnerable del sistema oculto, y el que más incomoda al habitante: "En el oscuro musgo, soy mortal." (p. 155); "Es realmente imposible descender sin exponer a todos, al menos por un rato, la más apreciada de mis pertenencias." (p. 167). Desde el acceso, una sola galería desciende dotada de varias conexiones con el exterior para ventilar las demás estancias del complejo: "Aparte de este gran camino, me comunican con el exterior otros muy estrechos, bastante seguros, por los que me llega aire respirable." (p. 157). "Mi aproximación a la salida no carece de cierta solemnidad. En periodos de vida casera la evito, y también la galería que a ella conduce." (p. 161).
Esta galería principal está dotada, como elemento de protección, de una red de caminos serpenteantes que bien pudieran relacionarse con el Minotauro y el laberinto, pues su propósito es el mismo: "La entrada puede ciertamente engañar, desviar, torturar al atacante." (p. 162). Es un dispositivo que, no obstante, lejos de convencer a su autor, le atormenta, quizás por el hecho de haber sido construido con más juventud y entusiasmo, y menor experiencia y destreza: "No es nada fácil pasearse por allí, he instalado en ese lugar un complejo zigzag de galerías. Allí inicié la obra." (p. 161); "Aquí se desfogó mi entusiasmo en una construcción laberíntica [...] indigna del resto de la construcción." (p. 162); "Aquí está la entrada a mi casa, [...] en el laberinto de entrada. [...] representa un juego de paredes harto endeble. [...] Con ello no está dicho que estas fallas no me preocupen todavía de tiempo en tiempo. Cuando en mis acostumbrados paseos eludo esta parte de la construcción, ello sucede principalmente porque su aspecto me molesta. [...] El suplicio de este laberinto debo superarlo también corporalmente al salir; me disgusta." (p. 162).

II.II Las galerías y las plazas.
Plan general. Sección transversal normal al plano del suelo.
Una vez traspasado el laberinto, se accede a una de las galerías principales del complejo: "El laberinto ha sido superado, respirando a mis anchas salgo a una verdadera galería, empujo el botín a través de un conducto de comunicación hacia una galería principal." (p. 173).
Las galerías principales aparecen claramente definidas, con un ancho suficiente para admitir el paso de la criatura sin dificultad: "Puedo deslizarme por mis galerías." (p. 157), que podrían estar comunicadas entre sí en determinados puntos, posiblemente en la mitad de su longitud: "Comienzo ahora con la segunda galería e interrumpo la inspección a la mitad y paso a la tercera, por la que me dejo conducir" (p. 173); "Debieron haberse tomado disposiciones para que algunas partes de la obra, y en lo posible muchas de ellas, cuando fuesen atacadas, pudiesen aislarse de las menos expuestas." (p. 187). Esta estimación es algo más discutible, pues las posibles conexiones intermedias entre galerías no se detallan de forma explícita, aunque es un aspecto intuible a través de este tipo de puntualizaciones. En cambio, su conformación y longitud si se exponen de forma más clara: "Cada cien metros he ensanchado las galerías hasta convertirlas en pequeñas plazas circulares. Allí puedo enrollarme cómodamente, abrigarme en mí mismo y descansar. Allí duermo." (p. 157); "Estoy en una plaza protegida por todos lados -más de cincuenta de éstas hay en mi construcción-" (p. 158). Por tanto, cada una de las galerías presentan una importante longitud, moduladas a su vez por una secuencia de plazas o salas de mayores dimensiones dispuestas a razón de 100 metros de separación sumando un total superior a las 50 unidades. Estas apreciaciones dan una primera idea de la magnitud y extensión que puede asumir el total de la obra.
Las plazas dispuestas a lo largo de las galerías principales son "pequeñas plazas, todas perfectamente conocidas y que, a pesar de su completa igualdad, puedo diferenciar entre sí a ojos cerrados por la simple curvatura de sus paredes." (p. 170), y le sirven en determinadas circunstancias al propietario como pequeñas despensas donde distribuir separadamente sus provisiones, aunque reconociendo no ser la mejor solución posible a este efecto: "Me parece prudente distribuir las previsiones dotando también de ellas algunas pequeñas plazas; entonces destino, por ejemplo, cada tercer lugar a las reservas, o cada cuarto a depósito principal y cada segundo a almacén. [...] O, para despistar, elimino ciertos caminos de la acumulación de reservas, o elijo, muy salteadamente en dirección de la salida principal, sólo algunos pocos sitios." (p. 159); "La utilidad de las reservas en las pequeñas plazas es problemática; poco cabe en ellas y lo que allí se deposita obstruye el paso y más bien me impediría desplazarme." (p. 160). En el primer fragmento se da pie al entendimiento de que en cada galería al menos habría cuatro plazas intersticiales.

II.III La plaza fuerte.
Plaza fuerte. Sección por eje central y esbozo.
Sin embargo, el sistema de galerías conductoras equipadas de plazas secuenciadas y equidistantes no podría entenderse sin el espacio principal de la obra al que acuden: "Casi en el centro de la obra está la plaza principal, estudiada para el caso de peligro exterior, no tanto de persecución como de asedio. [...] Justamente donde debía ubicarse según el plan, la tierra era floja y arenosa y había que conseguir que se volviera compacta antes de formar el círculo bellamente abovedado. [...] En esta plaza fuerte almaceno mis provisiones. [...] Es tan amplio el sitio que no lograrían llenarlo las reservas para medio año; puedo, pues, extenderlas holgadamente, caminar entre ellas, jugar con ellas, alegrarme con su abundancia y sus diversos olores, y tener siempre una exacta visión de lo existente." (p. 158). "Cuando me detengo en la plaza fuerte, rodeado por los altos depósitos de carne, el rostro vuelto hacia las diez galerías que parten de ella, cada una con su inclinación, ya sea hacia arriba o hacia abajo, rectas o curvas, ampliándose o estrechándose [...] y listas [...] para conducirme hacia otras muchas plazas." (p. 170)

Estos dos fragmentos resultan vitales para el entendimiento de la estructura general de la obra: un espacio central de grandes dimensiones, un núcleo, un corazón, un atrium, un ómphalos, del que parten diez galerías principales, cada una de las cuales podrían tener cinco o más plazas entendiéndolas de forma homogénea según lo comentado anteriormente con respecto a su número total (más de 50). Es posible incluso hacerse una idea de las dimensiones de este espacio con respecto a las plazas pequeñas en función de su capacidad de almacenamiento; el creador apunta anteriormente que uno de sus métodos de almacenamiento consistía en ubicar sus provisiones en tres de las plazas de cada galería (en total, 30), llegando a taponarlas, mientras que la plaza grande admitiría las de medio año, por lo que se podría pensar en un espacio que fácilmente pudiera ser 100 veces mayor que el resto de las plazas.

También se enfatiza el carácter atrayente y predominante de este espacio central, situado en las profundidades y estimado como almacén de alimentos: "Traslado mis guaridas desde los círculos externos al interior, hundiéndome cada vez más en los olores, hasta que no soporto más, y una noche me lanzo sobre la plaza principal, arramblo con las provisiones y me sacio." (p. 161); "El hecho de ser único el gran depósito es lo que me pierde." (p. 161); "Sea la considerable profundidad en que se halla ubicada la plaza principal, sea su gran extensión." (p. 177).

En resumidas cuentas, hablamos de un espacio excavado arbóreo, laberíntico, neuronal, con una estructura asimilable a la de una telaraña, una pirámide, una constelación, o una molécula, o a la de una raíz, que se bifurca y extiende vastamente en las profundidades desde un primer y único origen. Un planteamiento urbanístico que busca alejarse lo más posible de los peligros del exterior como forma de refugio.
Jens Lien, Der Brysomme Mannen.
"En el oscuro musgo, soy mortal"
F. Kafka