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La arquitectura sin alma

El modelo de vivienda –y de ciudad- contemporánea hereda, o mejor dicho, recoge los procesos e indicaciones establecidos en los CIAM. El conflicto no radica solamente en el desfase temporal que se ha producido, en los cambios y evoluciones que ha experimentado la sociedad en el último medio siglo, sino que también se trata de un problema de contextualidad y adaptación. En dichos congresos se trata el problema de la reasignación de viviendas de la manera más rápida y menos costosa posible después de que ciudades de toda Europa quedasen devastadas por las Guerras Mundiales. En este caso, parece de recibo en esa situación la generación de módulos habitables estandarizados y agrupados, para garantizar el derecho a la vivienda de tantos afectados en el menor espacio de tiempo.

Stéphane Couturier, Seoul–Shindorim Dong
Sin embargo, ¿qué sentido tiene seguir con estos métodos de construcción del refugio del hombre, de los marcos de su rutina? Evidentemente, el bajo coste, la especulación y la comodidad de no re-pensar estos espacios se encuentran detrás de esto. Quizás también en el interés que supone la deshumanización del hombre, su industrialización, que hace que la sociedad sea más maleable, y sus valores intrínsecos se difuminen (teocentrismo, antropocentrismo…, y hoy, el hombre-robot).

Simon Stock, Lloyds building escalator
El ser humano es orgánico, sus formas de pensar dinámicas, cada uno de sus días es distinto y sus relaciones con el medio son igualmente indecidibles, ¿por qué contenerlo en cajas?...las calles y sus aceras, las plazas, las viviendas…todas ellas forman parte de una secuencia mecanizada que mitigan la condición orgánica de la sociedad.
Edward Burtynsky, Manufactured landscapes
Las células se desarrollan de manera impredecible en un medio que igualmente lo es para ellas, al igual que sucede con las flores silvestres de una pradera, o con la fauna de una selva virgen… lo más curioso es que lo mismo sucede cuando el hombre no se encuentra condicionado: los tejidos urbanos de los cascos históricos o las agrupaciones rurales se consolidan a partir de intrahistorias, de deseos personales, de modos de vida, de aconteceres…

En definitiva, se trata de una llamada a la recuperación del alma de la ciudad, a pensar en los espacios a servicio del hombre y su naturaleza, y no en emplearlos a modo de instrumentos para alterar su condición. Recuperar las atmósferas, abolir las cajas habitadas; favorecer las casualidades, romper las cadenas de producción. 
Santiago Ramón y Cajal, Dibujos del córtex