En
la cultura islámica, los tabhane son albergues unidos a las mezquitas que
acogen a viajeros, generalmente místicos y derviches, permitiéndoles durante
tres días, sin condicionante alguno, el descanso y el reposo espiritual.
Al
ser Córdoba ciudad heredera de la tradición musulmana, símbolo andalusí y
metrópoli integradora, como así lo denota su candidatura a capital cultural
europea, las directrices del proyecto hacen suyas el espíritu hospitalario y
acogedor de los tabhane, que bien pudieran reflejarse en la vida cordobesa,
sintetizada en los patios decorados año a año por sus ciudadanos con la ilusión
de que desconocidos y viajeros se adentren en sus umbrales.
Se
plantea como estrategia fundamental del proyecto la estructuración del edificio
a partir de una zona de circulación en espiral, posibilitando la continuidad de
los distintos niveles del mismo, e insertando el entorno en el propio edificio.
Alejándonos
de la tipología habitual de la manzana cerrada conformada a partir de viviendas
surtidas por múltiples columnas de núcleos de comunicación, que restan
importancia al desarrollo de la vida comunitaria y la relación social, los
espacios colectivos del edificio se configuran como una calle continua, una
prolongación del patio que arriba en última instancia en la cubierta vegetal.
Se
pretende de esta forma enfatizar en la horizontalidad y desjerarquización característicos
del sistema social a desarrollar.
Como
la hélice que serpentea hasta alcanzar la copa del edificio, y horada el suelo
para proseguir en los niveles enterrados, o los módulos habitables, que se
intercambian y expanden, la actuación se concibe como inacabada, pues es la
vida que se desarrolle en su interior la que deba determinar su evolución.
En
esta misma línea, el concepto de apertura define el espíritu colectivo de sus
usuarios, de participación y mescolanza, constituyendo un núcleo esponjoso, que
absorbe el entorno haciéndolo participar de su actividad.